Más rancheros en el D.F.
El vivir en el D.F. nos hace extrañar a Culiacán, es algo
normal aunque no digo que estemos en depresión todos los días. Pero si he
notado que nos apegamos más a cosas que cuando estamos en Culiacán. Un ejemplo
es la banda, a todos nos gusta en cierto sentido, algunos las románticas, los
corridos, las que duelen. Pero estando aquí se vuelve una válvula de escape de
recuerdos de familiaridad, las cantamos con más sentimientos y se antoja más
bailarlas como se baila en el norte,
bien pegaditos y de cachetito.
Otro ejemplo son las palabras culichis. El otro día mí amiga
encontró un glosario de palabras sinaloenses, la cual, me encanto, he utilizado
cada una de ellas y estando aquí, lo hago más. Al igual que nuestro acento, es algo que
ninguno de mis roomies quiere perder, y si por alguna razón se nos sale una
palabra o acento chilango, tengo a mis roomies para acabarme a “carrilla”.
Lo que personalmente más sufro es la comida, pero si
disfruto los tacos al pastor, son los mejores y las tortas no me importa
engordar dos kilos, las como.
Ah! El día de hoy puedo decir que ya experimente la vida
capitalina, una manifestación se entre puso en mi camino del servicio social a
la UNAM, por lo que tuve que caminar de la estación Doctor Gálvez del metrobus
a CU, lo que volvió la experiencia más frustrante fue el calor que hizo la
tarde de hoy y claro mi pereza de caminar, pero como no tenía ni idea de cómo irme,
tuve que caminar.